Publicado en Tecnociencia para la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología FECYT
Simplificando el proceso el ciclo del agua podemos indicar esquemáticamente que consta básicamente de: evaporación del agua, precipitación, escorrentía e infiltración.
El agua presente en los océanos y en los continentes pasa a la atmósfera como vapor mediante vaporización y en menor grado por transpiración (las plantas absorben agua del suelo por las raíces; el agua sube por el tallo y las hojas y se exuda como vapor de agua). Si la vida vegetal es excepcionalmente densa, apenas llegará lluvia al suelo, lo que en cierta medida explica la relativa esterilidad de los suelos de las pluviselvas y la profusión de enredaderas, trepadoras, floración y vida vegetal de todo tipo.
El agua vuelve por condensación y mediante precipitaciones. El agua caída en los continentes desciende de las montañas en forma de ríos o se infiltra en el terreno en forma de aguas subterráneas.
El ciclo hidrológico es la manera que tiene el agua de circular por los sistemas terrestres. Es un sistema en un estado casi estacionario autorregulado que transfiere agua de una “reserva” a otra a través de ciclos complejos. El ciclo es un proceso que transfiere el agua de un estado o reserva otro en un período que van desde las horas a los millares de años.
El sistema funciona porque se evapora más agua de los océanos que la que vuelve a ellos directamente en forma de agua y de nieve. El agua se evapora de los océanos, se condensa y forma las nubes, los vientos y las montañas desplazan y distribuyen las nubes. Cuando se producen las precipitaciones en forma de lluvia y nieve esta cae sobre los continentes y océanos. Existe un déficit de precipitación en los océanos y un superávit en los continentes ya que se evapora más agua de ellos. Este exceso de agua que cae como lluvia o nieve en tierra firme vuelve al océano mediante escorrentía superficial (ríos) y subterránea. La renovación es cuantitativa y cualitativa, el proceso arranca al agua sus impurezas y entrega agua potable, útil.
El ciclo hidrológico tiene una importancia vital para el hombre, especialmente en lo referente a los recursos renovables de agua dulce que corresponde al superavit de agua que cae sobre los continentes.
El tiempo que el agua permanece en un solo sitio se llama tiempo de residencia. Varía mucho, desde 10 días en la atmósfera hasta 37.000 años en el mar. La mayor parte de los ríos se renuevan por completo con bastante rapidez, en unos 16 días. Las aguas subterráneas y los mayores lagos y glaciares pueden tardar cientos o incluso miles de años.
La energía necesaria para el ciclo proviene de la radiación solar que, al evaporar el agua, acumula una cantidad de energía como calor liberándose después al condensarse el vapor de agua y al descender de los continentes hacia el mar.
El 90% del agua evaporada se precipita de nuevo al mar como lluvia o nieve. Pero como la evaporación es mayor que la precipitación en el mar, la diferencia cae en la tierra.
La lluvia no es pura. La lluvia contiene contaminantes de los fertilizantes, la combustión de combustibles fósiles y otras poluciones nocivas y la naturaleza pone otros aditivos: sales, gases disueltos y arena. Parte de esos materiales se evaporan de los océanos. Cuando las gotas de lluvia golpea en la superficie del océano levantan burbujas diminutas, que al estallar lanzan minúsculos aerosoles marinos al aire. Estos aerosoles se evaporan y la turbulencia transporta las sales en forma de partículas. Esas partículas se convierten en lluvia.
Todas las corrientes oceánicas afectan a los seres humanos. Las corrientes son vitales para enfriar, calentar y humedecer las tierras emergidas, y para transferir calor desde el ecuador hasta los polos y como consecuencia puede cambiar los patrones de las precipitaciones perturbando con ello el agua dulce.
El motor que hace funcionar esta cinta transportadora es la circulación termohalina (termo significa “calor” y halina, “sal”), a la diferencias por tanto de salinidad y temperatura.
La mayoría de los años el clima del Pacífico ecuatorial está regido por un patrón. En el océano occidental cerca de Australia e Indonesia, la luz del sol calienta la capa superior de agua y hace que enormes masas de aire húmedo asciendan cientos de metros, lo que crea un sistema de bajas presiones en superficie. A medida que la masa de aire asciende y se enfría, libera su contenido de agua en forma de lluvia y contribuye a los monzones de la región.
Ahora, mucho más seco y a mayor altura, el aire se mueve hacia el este, impulsado por vientos en la atmósfera superior, y se enfría aún más y aumenta la densidad a medida que se desplaza. Cuando llega a la costa occidental de América, es frío y lo bastante pesado como para empezar a descender, creando un sistema de altas presiones cerca de la superficie del agua. Entonces las corrientes de aire fluyen en forma de vientos alíseos de nuevo hacia Australia e Indonesia. Este bucle circulatorio, que se mueve de oeste a este en la atmósfera superior y de este a oeste en la atmósfera inferior recibe el nombre de circulación de Walker.
Por lo general, los vientos alíseos mantienen un equilibrio entre las aguas calientes del Pacífico occidental y las aguas frías del Pacífico Oriental. El sol aún calienta el agua en el este, pero la termoclina, el límite entre el agua caliente y el agua fría y rica en nutrientes, se halla a 40 m de profundidad.
A medida que los vientos alíseos fluyen por el Pacífico hacia el oeste, empujan consigo a la cálida capa superior del océano, haciendo que las aguas más calientes se acumulen alrededor de Indonesia, donde, gracias tanto a la acción de los vientos como a la expansión térmica, el nivel del mar suele estar unos 45 cm más alto que en la costa occidental de México. A lo largo de todo el Pacífico oriental, y en especial entre las costas de Ecuador y Perú, las aguas más frías situadas por debajo de la superficie ascienden para reemplazar a la capa superior, que ha sido arrastrada por los vientos, y aportan consigo gran cantidad de nutrientes procedentes de las profundidades. Esta bonanza química sostiene una enorme red alimentaria y convierte las aguas costeras de Perú en una de las pesquerías mas ricas del mundo.
El llamado fenómeno del Niño cambia todo este esquema general produciendo anomalías en el clima. Cada pocos años los vientos alíseos disminuyen o incluso desaparecen. El patrón normal de presiones atmosféricas se invierte en un fenómeno denominado “oscilación del sur,” que hace que las presiones sean más altas en Australia que en el Pacífico central. El patrón resultante sólo afecta a una quinta parte del planeta, pero modifica el tiempo atmosférico en todo el globo.
Sin los vientos alíseos, la capa superior del Pacífico oriental no se desplaza hacia el oeste. Se queda allí, caldeándose cada vez mas y expandiéndose a medida que se calienta. Con el tiempo el aire vaporoso de la superficie asciende rápidamente hasta la atmósfera superior. Cuando eso sucede, en la atmósfera superior el agua se condensa y cae en forma de lluvias torrenciales sobre la costa occidental del continente americano.
Esto, a su vez, reduce la salinidad en las proximidades de la costa, donde la ascensión de las aguas profundas ya ha disminuido o incluso se ha detenido. Las especies marinas, que en general proliferan en Perú y Ecuador, se dirigen hacia el sur en busca de aguas más frías y ricas, lo que beneficia mucho a los pescadores de Chile. En América del Norte, de repente aparecen en áreas septentrionales especies exóticas propias de aguas cálidas.
Dado que el Niño mueve hacia ambas Américas las lluvias que normalmente caerían sobre el Pacífico occidental, lugares como Australia, Indonesia y la India padecen graves sequías. En África, por lo general en el este y en el extremo sur, también sufren sequías.
Cerca de un tercio de las precipitaciones que caen en la tierra vuelven a los océanos por medio de los ríos (escorrentía) y el agua subterránea. En esta vuelta del agua desde el continente al océano ésta es aprovechada para producir energía eléctrica, es apresada y embalsada para el abastecimiento humano y para el riego.
El uso de los seres humanos de la escorrentía que llega al mar hace poco efecto en los océanos en su equilibrio salino, salvo los imponderables de la contaminación, y salvo en en pequeños mares encerrados, como el Negro, el Báltico y el Mediterráneo.
La mayoría del agua de los continentes se encuentra como agua subterránea como se verá mas adelante. El estudio de las aguas subterráneas dio origen al nacimiento de la ciencia de la hidrogeología.
El agua de lluvia se infiltra en el terreno y se almacena en acuíferos. Las aguas subterráneas presentan un flujo lento y su movimiento se rige por la ley de Darcy que depende de la permeabilidad de la roca. Para que el agua pueda penetrar en las rocas y circule por ellas, se necesita que estas sean porosas. Pero además estos poros deben estar comunicados entre sí para que el agua pueda fluir. La zona del subsuelo saturada de agua se separa de la zona no saturada y a esto se le llama nivel freático. El nivel freático variará según lo hagan el volumen de las precipitaciones o en general de entradas y salidas de agua.
En la actualidad se puede conocer con exactitud gracias a la técnica, el emplazamiento, espesor, la superficie, el volumen acumulado y las propiedades físicas, químicas y biológicas del agua presente en el subsuelo.
La extracción mundial de aguas subterráneas se calcula que es de 600-700 Km3 año de aguas, de los cuales aproximadamente el 65% se dedica a usos agrícolas, el 25% a usos urbanos y el 10 % restante a usos industriales.
En España un 30% del total de agua consumida para abastecimiento urbano, agrícola e industrial proviene de manantiales y pozos. En otros países europeos en los que además el agua en superficie es mucho mas abundante que en España, el uso de aguas subterráneas está mas extendido. En Austria por ejemplo , el 99% del agua que se utiliza proviene del subsuelo; en Bélgica el 76%; en Suiza el 83% y en Holanda el 81%. En España la escasa utilización del agua subterránea es un problema de mala gestión.
Hasta la ley de aguas de 1986 el agua subterránea era propiedad del que tenía el pozo, con esta ley, el agua pasan a ser de dominio público. Lo que ocurre es que no se conoce cuantos pozos hay realizados con lo que no se puede gestionar su uso de manera eficaz.
El coste del agua subterránea es muy bajo, en relación con los beneficios obtenidos de su uso dada la productividad de las tierras cultivadas. No se requieren grandes inversiones y casi todos los costes repercuten en el usuario. En el agua superficial solo se repercuten los costes del suministro siendo este bajo con lo que se desincentiva el ahorro del agua.
El regadío con aguas subterráneas representa casi un tercio de los 3,4 millones de hectáreas de todo el regadío español. Con el agua utilizada en el millón de hectáreas regadas con aguas subterráneas se produce mas en valor monetario y en puestos de trabajo, que con agua superficial utilizada en los otros 2,4 millones de hectáreas.
Los acuíferos son vulnerables y deben ser protegidos de la contaminación. La agricultura intensiva, con los pesticidas y fertilizantes, los vertederos de residuos sólidos urbanos y las gasolineras pueden se algunos focos de contaminación. Un acuífero tarda bastante tiempo en contaminarse ya que como hemos indicado el flujo es muy lento. Una vez contaminado, el proceso de descontaminación es muy largo e incluso casi imposible.
Además los acuíferos pueden presentar problemas de salinización por la intrusión de agua marina en los situados cerca de la costa.
Otro de los problemas que puede presentar las aguas subterráneas es la sobreexplotación (tomar mas agua de un acuífero de la que por naturaleza vuelve a él) es por ello que se debe regular su extracción.
Estos tres aspectos (contaminación, salinización y sobreexplotación) son los que hay que tener en cuenta para hacer un uso sostenible de las aguas subterráneas.
Para solventar el problema de la sobreexplotación existen técnicas de recarga artificial de acuíferos para reponer lo extraído. Esto se realiza mediante dos sistemas fundamentalmente:
-Método de recarga en superficie: Consiste en extender el agua buscando una gran superficie de contacto agua-terreno. Se emplean fundamentalmente en acuíferos libres, que no presentan niveles de baja permeabilidad en las proximidades de la superficie del terreno, lo que permite la llegada del agua al acuífero.
-Métodos de recarga en profundidad: Consiste en la introducción de agua en el acuífero, generalmente mediante pozos, sondeos. Se emplean en terrenos formados por una alternancia de niveles permeables e impermeables.
Existen otros métodos que se están ensayando o perfeccionando como son los pozos secos, las trincheras y los acuíferos artificiales.
Los pozos secos o pozos en la zona no saturada o pozos colgados son perforaciones o excavaciones de 10 a 50 m de profundidad y de 1 o 2 m de diámetro.
Las trincheras de recarga son excavaciones alargadas de 1 m de ancho y cerca de 10 m de profundidad.
Los acuíferos artificiales o acuíferos sintéticos son básicamente filtros de arena para recargar o tratar aguas negras u otros tipos de agua de calidad deteriorada. Estos sistemas de recarga o tratamiento se construyen por excavación de un foso de unos 2 m de profundidad que se reviste lateralmente con material plástico. En su fondo se coloca una capa de gravas y de tuberías de drenaje. El foso se rellena con arena u otro material permeable. La recarga o el tratamiento se realiza mediante inundaciones con el afluente de aguas negras por cortos períodos de tiempo (días). La ventaja de los acuíferos artificiales sobre los anteriores estriba en una mayor eliminación de patógenos.
El mayor problema con la que se enfrenta la recarga artificial de acuíferos es la colmatación, entendiéndose por tal proceso de acumulación de materiales sobre la superficie de infiltración del agua.
La colmatación puede deberse a afectos mecánicos, actividad biológica y procesos químicos.
El agua recargada debe permanecer en el acuífero el tiempo suficiente para permitir su utilización posterior. Hay que tener en cuenta los siguientes aspectos: tiempo de almacenamiento en el acuífero, grado de recuperación del agua recargada y calidad obtenida.
Viene utilizándose hace años en una parte de los países de Europa occidental, Estados Unidos y Australia, constituyendo en algunos casos un apoyo muy importante, tanto cualitativa como cuantitativamente, a los abastecimientos urbanos.
La principal causa por la que se recurre a esta técnica es debido a la mala cálida de las aguas superficiales de los ríos.
La recarga artificial actúa como sistema depurador de las aguas, que al pasar por el filtro que supone el medio no saturado, se purifican y alcanzan niveles de calidad aptos para el consumo urbano, siendo un sistema depurador de menor coste que la plantas industriales. El tratamiento se completa, con un pretratamiento del agua de recarga que puede consistir en un filtrado o en un tratamiento químico y, una vez re-extraída el agua del acuífero, con un sistema de potabilización final antes de la puesta del agua en la red de abastecimiento urbano.
Para poder realizar este tipo de recarga es necesario disponer, por una parte de agua para recargar, y por otra, de terrenos adecuados que permitan una correcta depuración de los contaminantes que pudiera llevar el agua de recarga bruta.
La operación de recarga se realiza de dos maneras diferentes:
-Infiltrar directamente en el suelo, a través de balsas, de sondeos, o de sistemas de aspersión.
-Bombear agua subterránea a través de pozos o sondeos situados cerca de cauces superficiales, lagos o lagunas, para inducir un descenso del nivel piezométrico que provoque a su vez una infiltración inducida del agua superficial, con lo que se consigue depurar ésta a medida que se infiltra en el terreno. Esta técnica se conoce como recarga inducida.
Aunque en España no se han realizado, en Estados Unidos se están introduciendo aguas residuales previamente decantadas, filtradas y cloradas para recuperar acuíferos, en una experiencia encaminada a aprovechar el enorme poder depurador que poseen los terrenos permeables para recuperar aguas residuales, destruyendo bacterias y virus patógenos. Es un tema muy difícil que precisa un conocimiento exhaustivo del acuífero para no correr el riesgo de contaminar otras zonas.
El agua se puede hallar en la superficie de la tierra en sus tres fases: vapor, líquido y sólida. El agua se distribuye en tres grandes conjuntos: la mayor parte se encuentra en los océanos (97,2%); el 2,8% restante se halla en los continentes formando parte de los glaciares (2,15%), agua subterránea (0,62%) lagos y ríos (0,017 %). Como se puede ver la mayor parte de este 2,7 % del agua del continente se encuentra en los casquetes polares y en la cubierta permanente de nieve. El agua aprovechable para su uso se encuentra en un mayor porcentaje en las aguas subterráneas.
El agua por tanto es un recurso renovable, el agua evaporada se devuelve una parte a la tierra. Esta agua acaba de volver al final a los océanos mediante ríos, arroyos, lagos y acuíferos subterráneos.
Los ríos, lagos y zonas pantanosas son menos de 1% del agua de la biosfera, y alrededor de la mitad de ese 1% está en los cuarenta mayores lagos.
El agua disponible bastaría para suministrar a todos los seres humanos si se distribuyera por igual. Es en esta distribución donde las corrientes atmosféricas y el clima ajercen su influencia, como hemos visto anteriormente. Los alisios se calientan cuando soplan hacia el ecuador tomando humedad del océano. El vapor de agua se condensa y forma las nubes. La precipitación es elevada cerca del ecuador, donde es frecuente la actividad tormentosa. En los subtrópicos el aire es estable y la evaporación supera la precipitación. Es donde se dan la mayor parte de los desiertos del mundo.
Del agua de la que disponemos para vivir, que como hemos visto es una parte muy pequeña de la que existe en la Tierra, debemos preguntarnos que uso hacemos de ella, cuanto utilizamos y como la gestionamos.
El agua es un recurso y en este caso es un bien absolutamente necesario para el desarrollo de la sociedad. Es un bien de dominio público y que se gestiona en régimen de monopolio. Por todo esto tiene sus implicaciones sociales, económicas y éticas. Sociales porque se debe dar respuesta a las demandas de la población. Económicas, porque el uso de cualquier bien tiene un coste económico, el coste de su captación y distribución. ¿Pero el coste del agua quién lo debe asumir cuando es un bien imprescindible y de uso público?.
Vamos ha analizar para qué se destina el agua y de qué manera se utiliza.
Existe una aceptación generalizada de que el agua que anualmente se consume en España, el 80 % se la lleva la agricultura. Otro 14% la consume la industria y un 6% el abastecimiento de las ciudades.
A lo largo de este siglo, el uso del agua dulce se ha multiplicado por siete debido al crecimiento de la población, al desarrollo industrial, y a la expansión de la agricultura de regadío que se ha multiplicado por cinco.
El agua es fundamental para la productividad de los cultivos y su manera de utilización repercutirá en este coste de producción.
El mayor aumento de regadío se ha producido en el siglo XX debido a la introducción de nuevas tecnologías de captación y distribución, sondeos y bombas elevadoras de agua. Se introducen además, sistemas de riegos que economizan agua y precisan una reducida mano de obra. Esto permitió extender el regadío fuera de las áreas tradicionales de huerta, adquiriendo una mayor productividad. Estas se ubicaban hasta entonces en depresiones, donde las heladas por inversiones térmicas son una amenaza para los cultivos. Ahora los regadíos se asientan en piedemontes y solanas protegidos de los aires fríos.
Existen tres modalidades de riego:
-el procedimiento de inundación dirigida, llamado riego a manta pues durante unos minutos el agua cubría todo el bancal con una lámina de 10 a 15 cm de altura.
-el riego por aspersión, en esta modalidad a los cultivos se les aplica el mismo volumen de agua que en riego por inundación pues se sigue humedeciendo toda la superficie del bancal.
-por goteo. Su difusión surge como respuesta a la escasez de recursos hídricos disponibles. Este riego se está mostrando como el sistema que permite economizar hasta un 30 % del agua demandada por lo que podemos concluir que el sistema de riego por goteo es el que produce un mejor aprovechamiento del agua.
El consumo urbano medio de agua en Europa se sitúa en torno a los 65 m3/hab/año, las estimaciones españolas (116 m3/hab/año, equivalente a 318 litros por habitante y día, según se recoge en la memoria del APHN).
Desde hace dos siglos, la disponibilidad de agua por persona no ha dejado de crecer, de modo que la OMS fija la cantidad de veinte litros por persona y día como dotación mínima. Las cuentas mundiales respecto a las carencias de agua cifran el grado mas desesperanzador de abastecimiento en cantidades que equivalen a unas 10 veces el propio peso de cada persona por día.
El ciclo hídrico en el ecosistema urbano consta de captación, tratamiento, suministro, saneamiento y depuración. Este sistema pone de manifiesto la multitud de problemas que surgen para que el sistema sea eficaz y seguro.
Estos son: la conservación y rehabilitación de las redes para evitar las fugas y el agua no contabilizada, incrementar la eficiencia de los suministros en cuanto a la calidad y a los rendimientos.
Los establecimientos turísticos, viviendas y apartamentos se integran en las redes de suministro a poblaciones. El consumo turístico tiene una variación estacional en el gasto entre los meses de mínima afluencia y los de máxima coincidiendo con el verano. Puede significar un aumento de 8 a 10 veces coincidiendo con el período más seco y por tanto con la menor disponibilidad de agua. Esto conlleva la regularización de las zonas de reserva y la gestión del sistema de abastecimiento que ha de prever el suministro para la máxima demanda.
El crecimiento del turismo rural ha hecho aumentar el número de alojamientos en las áreas rurales. Esto habrá que tenerlo en cuenta a la hora de realizar una planificación hidrológica y estudiar si puede repercutir en dificultades para el abastecimiento así como en la calidad del recurso.
La inserción en la oferta de turismo de los campos de golf asociados a las promociones inmobiliarias produce no solo el gasto de agua correspondiente al campo de golf sino también a los alojamientos asociados a ellos.
Habría que comparar el gasto de agua de un campo de golf con un consumo de una plantación de regadío y su generación de empleo y renta. La cuestión es establecer de manera racional este tipo de oferta y su utilización para las promociones inmobiliarias.
Como hemos dicho el 97% del agua existente es salada con lo que no es de extrañar que una de las posibles soluciones al abastecimiento de agua sea la desalación. Pero la utilización de esta agua esta relacionado con la evolución de los costes económicos y con la mejora en la eficiencia energética.
Los precios del agua de mar desalada se ha ido reduciendo en relación con la disminución del consumo energético. Se ha pasado de consumos superiores a 20 Kw/m3 a principios de los años 70 a 8,5 Kwh/m3 en las plantas de compensación de vapor y 5 Kwh/m3 en las de ósmosis inversa. Han disminuido los costes del personal debido a la automatización de las instalaciones y en las plantas de ósmosis inversa ha descendido el precio de las membranas al tiempo que ha aumentado el tiempo de la vida útil de éstas.
Los costes de explotación se reparten del siguiente modo: 70% corresponde a los costes energéticos, 10% al personal, 8% a los productos químicos utilizados en el pretratamiento del agua y un 12 % al almacenamiento y reposición de las membranas.
Existen varios sistemas para desalar el agua de mar. Los diferentes sistemas empleados para la disminución del contenido de sales de aguas salobres y marinas están en relación con la cantidad de agua a tratar y el grado de salinidad. Entre los métodos se encuentran:
La destilación o evaporación consistente en provocar la condensación y así separar agua dulce de salada, la filtración mediante membranas distinguiéndose entre ósmosis inversa y electrodiálisis. La ósmosis inversa consistente en aplicar presión mecánica para que el agua fluya desde la zona de mayor concentración de sales a la de menor concentración pasando por una membrana semipermeable obteniéndose agua pura. La electrodiálisis consiste en la separación iónica aplicando campos eléctricos.
Existen otros procesos menores como los de congelación (el agua salina se ve sometida a diversos sistemas de refrigeración para posteriormente evaporare a baja presión en un cristalizador al vacío . Así se obtienen cristales de hielo mezclas con cristales de salmuera que pueden ser separados mediante procesos mecánicos), los combinados de destilación y membrana y los que utilizan directamente la energía solar.
El ahorro en el agua se convierte en factor de garantía de buena calidad. La utilización racional del agua impone una gestión eficiente y sostenible del recurso y nos compromete a ser cuidadosos con el gasto del agua, tanto a nivel individual como colectivo. Estos recursos serán de utilidad para atender aumentos estacionales del consumo de agua.
Entendemos como uso sostenible del agua, el propósito de hacer compatible el uso de un bien natural con el mantenimiento del ecosistema al que pertenece y además que no se produzca una pérdida de las funciones para satisfacer la demanda, evitando situaciones de sobreexplotación. Se debe tener en cuenta por tanto el río en todos sus elementos, riberas, humedales, bosques de galería, etc. La gestión de avenidas, la sostenibilidad de cauces, la estabilidad de deltas, todo esto debe formar parte de la gestión sostenible.
Un modelo de gestión sostenible de los recursos hídricos tiene que estar integrado en un modelo de ordenación territorial. Hay que tener en cuenta los valores socio-culturales ligados a las aguas. En las poblaciones que viven en áreas fluviales, el patrimonio artístico también debe ser tenido en cuenta en el análisis de la gestión del agua.
En 1986 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza definió dos elementos que deben ser compatibles.
Desarrollo: Modificación de la biosfera y utilización de los recursos humanos, financieros, bióticos y abióticos para satisfacer las necesidades de las personas y mejorar la calidad de vida.
Conservación: Gestión del uso humano de la biosfera, de modo que proporcione el máximo “beneficio sostenido” a las generaciones presentes sin disminuir su potencial para hacer frente a las necesidades de las generaciones venideras.
La consecución de estos objetivos debe tener en cuenta tres aspectos, ecológicos, sociales y económicos.
Para la consecución de un desarrollo es necesario una planificación hidrológica. En 1992, la Conferencia de las naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro aprobó la denominada Agenda 21 establece ” Los recursos hídricos deben ser planificados y gestionados de una forma integral que prevenga la falta de agua o su contaminación debida a un desarrollo inadecuado. Hacia el año 2000 todos los estados deberían contar con programas de gestión de los recursos hídricos basados en los ámbitos territoriales de las cuencas hidrográficas y programas encaminados a conseguir un uso eficiente del agua. Estos planes podrían incluir la planificación conjunta del territorio y la utilización de los recursos hídricos y otras actividades de desarrollo y conservación, gestión de la demanda a través de políticas de precios y medidas para la reutilización del agua”
La planificación se hace importante en las zonas del planeta donde existe limitación del recurso. No puede estar basada en el incremento de la oferta ya que no hay nuevos recursos para explotar. Habrá que gestionar la demanda y hacer un uso sostenible preservando el medio.
El agua tanto superficial como la subterránea constituyen un bien de dominio público. Las aguas subterráneas como se ha dicho anteriormente hasta la ley de aguas de 1986 era privada.
Por tanto todo uso privativo requiere autorización o concesión administrativa. El agua desde el punto económico en nuestro país no se rige por la ley de la oferta y demanda que daría lugar a un precio de mercado.
Lo que se paga por el agua es el del sistema tarifario de los servicios públicos que intervienen en el ciclo del agua (abastecimiento, depuración, saneamiento…
Las comunidades de regantes, empresas de abastecimiento urbano, industrias y empresas hidroeléctricas pagan una tarifa que grava la disponibilidad y uso del agua de los usuarios y beneficiarios de las obras hidráulicas realizadas a cargo del Estado para compensar la construcción, explotación y mantenimiento de las obras hidráulicas.
Los regantes facturan a los comuneros unas derramas que se definen por hectárea regada o por el agua consumida destinadas a financiar los gastos de la prestación del servicio.
En los servicios urbanos, se plasma la tarifa de abastecimiento o suministro y la tasa de alcantarillado. Existen los sistemas de tarifas planas independientes del volumen consumido. Los sistemas tarifarios volumétricos lineales en función del volumen consumido o vertido y los sistemas con cuota fija y tarifas por bloques crecientes de consumo o vertido.
Las facturas del agua pueden incluir conceptos como el alquiler del contador o los cánones para sufragar los gastos de infraestructura en la red de abastecimiento y depuración.
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